‘SuperMario’ cierra la herida de Japón

España suma sus tres primeros puntos en unos Juegos Olímpicos y salda la deuda pendiente con Japón tras una victoria ajustada (2-1), con goles de Aitana y Mariona

España 2-1 Japón

Mariona celebra su gol. Foto: RFEF

Mariona se apoyó en Aitana para el vuelo hacia la gloria. Se la devolvió Bonmatí ya dentro del área, entre un millón de piernas. A SuperMario no le importó el riesgo de la aventura, orientó el control hacia la diestra y golpeó con sutileza. Prefirió el detallismo a la violencia. Acertó. Anotó el 2-1 a los 73 minutos y cerró la herida que toda una generación mantenía con Japón. Además provocó el primer triunfo de la selección femenina en unos Juegos Olímpicos. La leyenda se agranda. No hay límites para España.

Mariona resolvió la tarde con esa timidez que acostumbra, juega para las demás, no para ella, quizás por eso no se la valore como merece. Hoy se ha convertido en una futbolista capital para el fútbol español, en parte, porque hace muchas cosas y casi todas de notable alto. Vale para cualquier posición de medio campo en adelante, la inteligencia para interpretar los espacios la distingue. La hace distinta. Del resto se encarga el ramillete de recursos técnicos que atesora. Una actora de pasarela mundial.

Japón declaró partido de dientes largos. Su puesta en escena no engañó a nadie, se comporta como una tormenta de verano, aguarda con aparente inocencia y cuando huele el error se despliega con una contundencia feroz. Tiene colmillo. Su propuesta no precisa de una secuencia de pases larga, con dos o tres sociedades le resulta suficiente para destruir cualquier estructura defensiva. Nada nuevo. España ya conocía las virtudes de su rival.

Aun así, Laia Aleixandri se equivocó pronto en una entrega en zona prohibida, Fujino madrugó para probar los reflejos de Cata Coll. Respondió con categoría la arquera, que clavó sus pies con pegamento en el tapete y escupió la pelota con los guantes. A la segunda concesión, Japón ya no perdonó, la concreción forma parte de su libreto. Patri hizo falta al borde del área en otra confusión en la salida del balón de la selección y Fujino, de nuevo ella, la envió al ángulo de forma directa. Se habían consumido 13 minutos y España no había encontrado el ‘flow’ con la pelota.

Athenea encara a Koga. Foto: RFEF

El escenario que se presentó no se relacionó con lo idílico, pero las futbolistas de Montse
Tomé cuentan con una personalidad maravillosa, la arrogancia desde el punto de vista positivo. Ante los problemas, España se siente elegida, halla soluciones. Primero con Aitana y Athenea en plan juguetón por el costado diestro, luego con la aparición indispensable de Alexia y Mariona en los intervalos interiores. El equipo funcionó como un reloj y rápido recompuso su figura.

En la acción del empate, a los 22 minutos, Putellas generó la superioridad por dentro, sirvió para Athenea, ya en carrera y con el todo el frente de ataque en su visera. La del Real Madrid ejecutó un servicio diferencial al movimiento de Aitana, que ante la portera nipona definió en dos toques. El primero hacia fuera y el segundo hacia el gol. Se congelaron los sentidos. El 1-1 significaba alivio y autoestima.

Aitana celebra su gol. Foto: RFEF

España mejoró a lomos de la movilidad. Sus centrocampistas, excepto Patri, se expresaban con libertad para moverse por todas las zonas del campo en busca del resquicio definitivo. En todo caso, sólo un disparo de Irene Paredes, en la boca del lobo y tras un córner, amenazó a Japón. Llegó el respiro.

Mariona creó con pincel de artista contemporánea un control imposible, entre rivales y dentro del área. Quiso decorar la acción por encima de la meta rival, pero la pelota se marchó lejos de la portería. Inauguró el desenlace con maestría, justo después de otro despliegue de Athenea al espacio. España pidió penalti por mano tras el disparo de Paralluelo, pero la colegiada no señaló nada.

España inclinó el juego a través del control, pero careció de tino. Por lo menos obligaba a Japón a retroceder metros, a correr hacia atrás y no hacia adelante. Sufrió poco la selección, que apuraba para descubrir los caminos del éxito. Movió ficha Montse Tomé. Cambió laterales, Oihane por Olga, con la profundidad como objetivo. Jenni ingresó por Alexia, que desprendió un nivel esperanzador en esos 60 y pocos minutos que disfrutó.

El destino, en cambio, eligió a Mariona Caldentey para la solución de la tarde. O más bien ella eligió la suerte de su destino. Todo lo que pasa no tiene nada que ver con la casualidad. Tampoco el gol del éxtasis ante Japón, el que sirve para terminar con una deuda pendiente. El que cierra una herida.

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