La capitana del Barcelona no sólo ejerce como icono culé, en ocasiones actúa como embajadora, dirigente e incluso defensora de derechos humanos.
Alexia Putellas convive entre el deseo del regreso y la soledad de la dolencia física. En año y medio ha precisado superar dos intervenciones en su rodilla izquierda, la primera de ellas le originó el ostracismo. El ligamento cruzado anterior, según los especialistas médicos, necesita, como mínimo, de un año para sanar y eso para una estrella se convierte en una dura travesía por el ecosistema de la nostalgia. Acostumbrada a los focos, Putellas ha experimentado la dureza de la inactividad, a pesar de los múltiples afectos de sus adeptos y adeptas, un ejército fiel.
No en vano, la capitana del Barcelona ha adoptado roles de todo tipo desde que ocupa un lugar privilegiado en el mundo ‘futfem’. Probablemente estamos hablando del icono más influyente en el desarrollo de un fútbol en descomunal eclosión e imagen indiscutible del camino hacia la igualdad. Alexia no actúa únicamente como una jugadora al uso, ejerce de embajadora, en muchas ocasiones de dirigente e, incluso, en otras, como defensora de derechos humanos. El desgaste no escapa de lo sencillo, resulta mayúsculo, también la exigencia que provoca ese compromiso hacia el progreso.
La doble Balón de Oro forma parte de una generación de transición, la que sufrió la última época de dura discriminación y la que, poco a poco, reclama y disfruta de un nuevo horizonte. En el Barça actual, Paños, Irene Paredes, Marta Torrejón o Mapi León también conocen ese escenario, de ahí que valoren y se aferren a lo que ahora tienen, el germen de un fútbol que camina hacia la profesionalidad. La apuesta del Barcelona, en relación a ese eslabón, no admite sospechas.
Mientras se acentúan las prisas con respecto a su regreso, su entrenador Jonatan Giráldez frena la precipitación; Alexia no volverá hasta que no alcance la salud plena. Seguramente, su presencia en el Mundial que España conquistó este verano no disfrutó de un estado de forma recomendable, maniatada todavía por la primera operación de cruzado. Otro ejemplo más de solidaridad hacia lo que le reclama el sistema y, en ocasiones, el business, porque la atacante procede como imagen absoluta del nuevo modelo que pretende el fútbol femenino internacional.
Putellas soporta un ramillete de responsabilidades lejos de lo coherente, pero conserva un entusiasmo extraordinario por la pureza del juego. A pesar del peso de esa mochila cosida a su espalda, la capitana del Barcelona resiste, recupera en silencio y cuenta los días para lucir de nuevo en el Johan, su teatro de culto.