La selección cae ante Alemania y se queda sin medalla de bronce (1-0). Alexia falló un penalti en el descuento
Alexia recibió dentro del área cuando el tiempo ahogaba gargantas. La Reina atisbó la reacción de Lucía García en el punto de penalti y se la puso para empujarla. Lucía cayó al suelo y la juez decretó pena máxima. Se había cumplido el minuto 97 del tiempo añadido.
Alexia cogió la pelota decidida y pidió a Mariona, la primera lanzadora, esa máxima responsabilidad. Era o gol o nada. Alemania dominaba 1-0 y había acariciado el metal de bronce. Putellas armó su pierna para definir por la derecha de Berger, la meta germana, que le adivinó la intención. Fue el desenlace más cruel para España, para una generación que no mereció perder el partido.
Ese final simbolizó lo que han significado los Juegos para el equipo de Montse Tomé, nunca ha encontrado la plenitud, el nivel más alto de sus prestaciones. Ni siquiera en el día que completó una actuación solvente como ante Alemania, alcanzó el botín del resultado. Se quedó sin medalla, un premio que hubiera coronado un año maravilloso tras el Mundial y la Nations League.
En la puesta en escena, Montse Tomé acostó a la banda izquierda a Salma Paralluelo y le otorgó la punta del ataque a Jenni Hermoso, una falsa nueve para hallar superioridades en las zonas calientes del campo. Volvió Alexia al once como interior y todo parecía más coral, más limpio.
Tere Abelleira, una de las mejores futbolistas españolas en la competición olímpica, repitió de partida y rozó el gol en un tiro directo que tocó con el poste. Los presagios indicaban que Tere iba a poner la pelota en el área, sorprendió con un golpeo maravilloso, solo la madera evitó la obra de arte. Se habían consumido 20 minutos.
España inclinó rápido el juego, con Tere a los mandos y Alexia y Aitana ágiles, asumieron galones con buenas decisiones, entre líneas lograban aclarar el paisaje con primeros toques o descargas precisas. Athenea atacó la profundidad con un movimiento al espacio que vio Abelleira por el retrovisor. El envío, preciso, provocó el mano a mano de Athenea con la meta germana. Definió al muñeco.
Alemania corrió mucho detrás del balón, sobre todo porque España retomó el criterio defensivo tras pérdida, con el bloque bien estructurado. Permitía recuperar con asiduidad y en campo rival. En realidad, el equipo mereció la ventaja. La lamió después de una combinación colectiva deliciosa, con descarga de Jenni hacia la incorporación de Ona Batlle, que no llegó. La lateral del Barcelona enseñó criterio, levantó la cabeza y cedió a la llegada de Aitana. Su rosca chocó con el larguero. Jenni dispuso de una segunda oportunidad, pero el disparo salió desviado.
El capítulo inicial encumbró a Tere Abelleira, militar en las vigilancias defensivas, pulcra en la salida del balón, puntual en la colocación, inteligente para manejar los tiempos del juego. Todo lo que se le pide a una pivote lo cumplió Tere.
Otro error imprudente condenó a España, esta vez en una salida de Cata Coll, que no midió y se llevó por delante a la atacante germana Gwinn ya en el segundo acto. La acción pasó de estéril a decisiva, porque nació de un pelotazo sin apenas amenaza. La misma Gwinn convirtió el gol e impulsó a una Alemania muy reactiva, que no había generado peligro hasta entonces. Hizo pequeña a Cata, una de las porteras más fiables del mundo en el último curso.
Eso sí, la balear sujetó al equipo en una contra que acabó Schüller. El pie de la guardameta obró el milagro y conservó la vida de España.
De nuevo, a lomos de la épica, la Roja terminó en área rival, pero careció de tino. Jenni cabeceó a las manos de Berger tras un centro de Olga Carmona. El remate, a las puertas del gol, resultó más que franco. No precisó Jenni. Ni siquiera el penalti de Alexia perforó a Alemania. Crueldad máxima, adiós medalla.